NUEVAS TECNOLOGÍAS Y PERIODISMO: PONERSE UNA CAMISETA PARA TENER PRESENCIA ES ATARSE Y MANIPULAR.

Las nuevas tecnologías de la información y la conectividad (NTICx) han producido una «revolución» en el ámbito periodístico.
La obtención, producción, circulación y consumo de información han cambiado por completo desde los últimos 5 años.
Las audiencias se presentan cada vez más fragmentadas, fundamentalmente por las nuevas generaciones que muestran una cultura de consumo de noticias totalmente distinta a la tradicional por décadas.

Hasta hace unos 15 años teníamos unos pocos diarios preponderantes, unas pocas emisoras de radio tradicionales y unos pocos canales de TV en grilla. Y, también, unos pocos periodistas con presencia mediática que se arrogaban el poder de la palabra y la verdad. De ese contexto surgieron varios nombres que se transformaron en dueños del periodismo. Los «más seguidos y respetados». Los «famosos hombres de la comunicación y los medios».

Pero todo empezó a cambiar. Hoy en día, tener un pequeño medio de comunicación es accesible a todos, apoyados por el tremendo potencial de difusión de las redes sociales. Hablamos de portales, de emisoras y de canales de Tv on line. Y comenzaron a aparecer otras voces, otros puntos de vista, otros discursos. Comenzaron a aparecer en el terreno de juego «los periodistas no famosos», cuyas cualidades profesionales son iguales o mejores que los grandes representantes históricos. Y comenzó la fragmentación de la audiencia.

Las Nuevas tecnologías harán surgir nuevas voces en el periodismo.

Y aquí surgieron dos grandes inconvenientes para el campo periodístico: por un lado, las nuevas voces, desde pequeños y medianos medios creados por ellas mismas, deben jugar su partido en un inmenso campo de juego de millones de estaciones de radio y Tv y portales digitales. La oferta digital es variada pero a su vez compleja de ubicar. No tienen el poder de publicidad para llegar a grandes audiencias. Construyen su pequeño camino día a día.

En la vereda de enfrente, vemos a los grandes y famosos periodistas que siguen jugando su partido en los grandes medios, más ubicables para la mayoría, porque sus canales figuran en una grilla acotada de medios. Es más fácil encontrar algo donde hay poco de donde hay mucho.

Pero éstos periodistas «destacados» ya perciben que su camino de «fama» puede ir desapareciendo de a poco en los próximos años. Por eso, están recurriendo a una herramienta, que si bien, siempre existió, la están potenciando con ribetes más que preocupantes para la digna profesión de periodista. Estamos hablando de la utilización cuasi impúdica de un cuarto género informativo: «El periodismo militante o partidario».

Cuando nos referimos a «militancia o partidismo» no nos referimos a ninguna ideología en particular. Nos referimos a que tratan de imponer una ideología acorde a sus intereses en cuanta oportunidad discursiva se les presenta. En sus informes, dicen cosas y callan otras que benefician a sus «ídolos» de turno. Es decir, dicen verdades a medias. No dicen la verdad. Y eso es muy preocupante para la actividad periodística. Es una manipulación de las audiencias que reciben un discurso que jamás podrán verificar. Eso es hacer periodismo con una camiseta puesta. Esta forma de ejercer la profesión genera violencia implícita y explícita. Y necesitan de esa violencia para seguir teniendo presencia mediática. Estar atados a un interés ideológico transforma al periodista en un soldado. No en periodista. Eso es otra cosa.

Todos podemos estar de acuerdo en ejercer periodismo con la camiseta puesta en la defensa del medio ambiente, en la defensa de la educación, del arte, de los pueblos originarios, etc. Son bienes comunes a toda sociedad. Pero ponerse una camiseta ideológica para ejercer periodismo, es violento, porque el propio periodista se transforma en un soldado de alguno de los ejércitos que entran en combate. Y, reiteramos, al formar parte de un ejército, dice cosas y calla otras. Miente. Y mentir no se condice con un periodismo libre y democrático que garantiza los derechos de una República y sus ciudadanos. El periodismo «militante o partidario» lleva la violencia marcada en sus genes. Violencia que se aprecia en la utilización de términos y palabras.

Lo positivo: las nuevas generaciones ya no apuestan a los «grandes medios» o «famosos periodistas». Ultrasegmentan el mercado de consumo de información. Sus líderes son espontáneos y pasajeros. Salvo casos muy aislados, no se ponen ninguna camiseta. Quieren su bienestar inmediato y del resto. Por eso, la apuesta sigue abierta a las nuevas generaciones de periodistas. Ellos cambiarán el paradigma. Enfrentamientos y odios del pasado no estarán presentes en sus discursos. Habrá otro periodismo. Otros medios. Y no faltará mucho.