Periodismo con tecnología comprimida: el nuevo desafío que inquieta a los profesionales tradicionales.

Por Carlos Unterstein
Nota de opinión.

La era de las Nuevas Tecnologías de la información y la conectividad (NTICx) ha traído y viene produciendo cambios muy profundos en las sociedades. Cambios de todo tipo como interrelaciones, comunicación, conocimiento y demás.
El campo del periodismo no está ajeno a esta new age. De hecho, en las últimas décadas, ha tenido que reformularse para seguir teniendo presencia en el escenario de las noticias. Un término que se está apropiando del léxico de los profesionales de la comunicación es el de «Tecnología comprimida«.

Indudablemente hablamos de los nuevos dispositivos. Son tecnología comprimida por dos aspectos: primero «comprimido» por su costo relativamente accesible y por ser multimedia. Antes, un periodista debía llevar un camarógrafo, una cámara, un grabador de voz, un anotador, etc, para poder cubrir una nota. Aparte del despliegue y costos económicos que eso implica, debía existir una logística de cobertura y transmisión en vivo.
En segundo lugar «comprimido» por su tamaño. Con un teléfono llevamos en un bolsillo una cámara de video de buena calidad, un grabador de voz de buena calidad y un dispositivo que es capaz de transmitir en vivo por cualquier red social, aparte de poder dejado grabado el material informativo para su posterior edición y difusión. Y ni siquiera necesitamos llegar a la redacción o medio para publicar, sino que lo podemos hacer directamente desde el lugar de los hechos en segundos, de forma casi instantánea.

El teléfono celular como dispositivo multimedia.

Y a partir de aquí, varias cuestiones a tener en cuenta para un futuro inmediato. Si bien los periodistas profesionales llevan y trabajan con esta tecnología comprimida, también el resto de las personas, que no son profesionales de la comunicación, pueden cubrir cualquier hecho que consideren llamativo , distinto o interesante con esta tecnología y lo replican en sus redes sociales transformándose inmediatamente en una información. Quizás les falte el tratamiento informativo profesional como ángulos de cámara, tomas desde distintos planos, locución al cubrir un hecho o redacción no periodística. Pero potencialmente son periodistas en el sentido amplio de la palabra. Antes, el periodista formado académicamente, competía por la primicia con otros colegas. Hoy compite con otros colegas y con millones de personas que cumplen la función de periodista o, digamos, pseudoperiodista. Pero eso, a la gran masa de consumidores de información no le interesa. Prevalece la cobertura del hecho a la forma de comunicarlo.

Otro aspecto importantísimo a considerar es a los llamados inmigrantes y nativos digitales. Los de 40 años o más son los inmigrantes digitales, ya que nacieron en épocas de consumo mediático tradicional (Televisión, radio y prensa escrita) sin nuevas tecnologías. Los de 30 años o menos, son los nativos digitales, nacieron en pleno proceso de desarrollo de estas tecnologías citadas. Por lecturas y trabajos de investigación periodística, puedo afirmar que el 90% de estos nativos digitales ya no consumen ni están dispuestos a consumir información por los medios tradicionales. Su consumo de noticias es por redes sociales, particularmente Instagram. Por ejemplo, no miran informativos televisivos, no escuchan radio ni leen portales de noticias. Menos hablar de consumo de diarios o publicaciones de papel. Prácticamente no conocen nombres de periodistas «reconocidos» o con mucha presencia mediática, no conocen el nombre de las principales radios del país ni el nombre de históricos diarios. Se enteran de las noticias o hechos de trascendencia solo por redes sociales. Les importa la inmediatez, lo instantáneo, la rapidez, y les importa en lo más mínimo la presentación del contenido audiovisual o escrito. Para ellos es lo mismo que una información con video sobre un hecho lo filme un camarógrafo profesional y lo relate un periodista acreditado, que lo haga un vecino al cual se le mueve la cámara y no utiliza un léxico correcto.

Los periodistas tradicionales se aferran en aquello que la TV no suplantó a la radio, ni la radio a los diarios. Pero eso hoy, es totalmente obsoleto.

Los medios tradicionales ante un gran desafío.

Hoy las nuevas tecnologías de la información y la conectividad a través de un teléfono no son medios separados. Son todos los medios en uno. Son multimedia, al igual que las plataformas de consumo. Antes consumían radio, Tv o diarios de acuerdo al gusto del receptor. Hoy, en redes o portales, consumimos todos los medios en uno. Allí tenemos video, audio y texto a la vez. Y, muchas veces, los líderes informativos en diversos campos, en estas redes, no son los periodistas reconocidos. Son personas totalmente desconocidas del ámbito que simplemente difunden información y tienen millones de seguidores.

La pregunta es: ¿Qué pasará en un futuro inmediato con los medios tradicionales?, ¿Qué pasará con las figuras periodísticas reconocidas?, ¿Cómo se reconfigurarán en este nuevo escenario para no perder presencia?, ¿Se seguirá escuchando radio y viendo TV como ahora?, ¿Se seguirán tomando a los portales de medios como referencia?

Las nuevas generaciones quieren ver ahora. No importa como se presentan los contenidos. Sólo quieren ver. Y cuanto más rápido y simple mejor. Sin análisis, sin interpretaciones. No confían en ningún periodista porque dicen que presentan la información a su conveniencia. Ellos quieren ver, pensar y decidir por ellos mismos. Y confían en «periodistas» no conocidos. Es decir, en gente común que hace de periodista. Para ellos, eso es lo más confiable.

Los medios tradicionales y los periodistas tradicionales transitan un camino de incertidumbre jamás imaginado.